Centro Profesional para la Enseñanza de Idiomas

Breve historia del idioma inglés

El idioma inglés nació gracias a los invasores germanos que llegaron a las islas británicas procedentes de lo que actualmente es el noroeste de Alemania y Países Bajos,

mal llamados Holanda) que es una mera provincia de este reino europeo), además de a los del sur de Dinamarca. Al principio, esta lengua estaba compuesta por un  conjunto de dialectos, entre los que destacaba el sajón occidental. A él hubo que sumar otras muchas y profundas influencias, procedentes, sobre todo, de conquistadores escandinavos (en la zona norte y este de Inglaterra, donde constituyeron un Danelagh or Danelaw pues sus leyes prevalecían sobre las anglosajonas). A estas migraciones hay que sumar las germánicas y sobre todo los normandos que llegaron a Britania entre los siglos VIII y XI. De ahí que se pueda asegurar que el inglés actual es, en realidad, un conglomerado de influencias procedentes de Escandinavia y Europa continental.  En especial, de Francia. Todas estas migraciones provacaron la extinción de las antiguas lenguas celtas y del latín que se hablaba en algunas ciudades. Es cierto que el inglés, en sus fases más antiguas, incorporó vocablos procedentes de los dialectos celtas originales de Britania, que aún permanecen en lugares como Escocia y Gales; así como del latín, lengua oficial del Imperio Romano, que tuvo a Britania como una de sus provincias. No se debe olvidar que la romanización  tuvo una gran influencia en la provincia de Britania, pero también  es necesario remontarse más de 3.500 años para saber en qué momento se incorporaron al inglés todas estas expresiones. De las antiguas lenguas celtas nativas sólo queda el galés, pues el cornuallense (Cornish) desapareció en el siglo XX.

La influencia francesa

Los normandos, originarios de Francia, llegaron a Inglaterra en el siglo XI. Para entonces, ya habían abandonado su idioma nativo en favor del francés (franco) que se hablaba únicamente en la parte norte de Francia, pues en el centro y sur se hablaba entonces la occitano y otros dialectos que siguen perviviendo en la actualidad pero después de la Revolución Francesa han sufrido una enorme presión asimiladora. Los normandos hicieron acompañados de ciudadanos bretones y franceses. La conquista se produjo gracias al duque Guillermo II, que impuso sus tropas en el campo de batalla a las de Haroldo II de Inglaterra. La casa normanda gobernó Inglaterra durante más de 3 siglos. Durante ese tiempo, pese a ser unos reyes que no se preocuparon demasiado por vivir en la isla, tanto ellos como los ciudadanos procedentes del continente hablaron una variante del francés conocida como viejo normando. El pueblo que tenía sus raíces en Inglaterra seguía hablando el antiguo inglés-anglosajón, como no podía ser de otra manera. Pero no es menos cierto que la influencia estaba ahí: al tener que rendir tributo a los señores en francés, el inglés estuvo a punto de desaparecer o, al menos, ser relegado como lengua de las clases bajas. Poco a poco,  cada vez más palabras y expresiones normandas irían introduciéndose en el imaginario británico. Esta presión lingüistica se basaba en el control por parte de la clase normanda de la administración, comercio y cultura. Como anécdota, cabe destacar que los anglohablantes actuales consideran mucho más formales las expresiones derivadas del francés que las que provienen de los dialectos germánicos. Esto puede observarse en múltiples construcciones, que van desde dar la bienvenida a una persona hasta el nombre que reciben determinados animales de granja, como el cerdo y la vaca. Sirvan de ejemplo los duales que existen en inglés para designar al cerdo: «pig» pero «pork» (que es la carne ya sacrificada que se servía al señor normando). Las ovejas del rebaño son «sheep», palabra anglosajona (Schaf en alemán) y los corderos jóvenes «lamb» (Lamm en alemán) pero la carne que come el señor es «mutton» del francés » mouton» (nada parecido al alemán Hammelfleisch). Lo mismo sucede con el muy inglés «beef» o » bœuf» francés, que es la carne que se come (» Rindfleisch» en alemán) y nada tiene que ver con el animal vivo «ox» o » Ochse» en alemán.  Asimismo, el francés dio lugar a duales relacionados con el comercio como «commence» y «start», «continue» y «go on», «encounter» y «meet», «purchase» y «buy», etc. El normando también se dejó notar de manera clara en la literatura británica antigua. Lo habitual es que esta se escribiese en latín. De hecho, son numerosas las palabras procedentes de la lengua romance por antonomasia que se incorporaron al considerado inglés antiguo. Sucedió lo mismo con los dialectos germánicos, algo que debería considerarse normal, al tener el inglés unas claras raíces de esta zona de Europa. De hecho, son numerosas las palabras y construcciones gramaticales que pueden realizarse tanto con vocablos procedentes del romance como del germánico.

El colonialismo y la lengua

La necesidad de expandir fronteras experimentada por Reino Unido a partir del siglo XVI hizo que el idioma inglés se propagase por todo el globo terráqueo. El ejemplo más claro puede observarse en la creación de la  Commonwealth, de la que forman parte 53 Estados. Esta comunidad de naciones mantiene el inglés como única lengua oficial.  Algunos países en los que se habla inglés, aunque no de manera oficial, son Bahamas, Jamaica (el inglés es el idioma de facto, pero el idioma oficial es el Jamaican Patois) y Trinidad y Tobago, entre otros muchos. En cambio, lugares tan exóticos como Bangladesh, Filipinas, Kenia, Malaui, Malasia, Nigeria, Sri Lanka y Tanzania  lo utilizan de forma oficial con el objetivo de unificar el país, sin renunciar a sus lenguas autóctonas.

De todas formas, son muchas más las naciones en las que se habla. Desde Norteamérica hasta Oceanía, pasando por África y Asia. Es cierto que no es oficial en muchos de estos lugares, pero el pasado colonial ha hecho que personas de muchas nacionalidades y paises vivan irremediablemente en inglés. Cabe destacar que es  uno de los idiomas oficiales de las Naciones Unidas, además de vehicular en la Unión Europea y el Comité Olímpico Internacional. Pese a ello, hay que resaltar que el inglés no es  la lengua más hablada del planeta. Ese honor lo tiene el chino mandarín, con casi 1.100 millones de hablantes. El inglés ocupa el 2º puesto, con 942 millones. El español se sitúa 3º, un poco lejos de los 2 primeros, con 520 millones de personas. Sin embargo, estas cifras no cuentan tanto a los hablantes nativos como a los que han adquirido el idioma inglés como segunda lengua. En este caso, el español sería la segunda lengua mundial por número de hablantes. Si contamos a quienes estudian el idioma, el inglés sería la primera lengua con unos 2.000 millones de personas nativas o capaces de comunicarse en esa lengua con cierta destreza, casi un tercio de la población mundial.

Una peculiar conjugación de verbos

Respecto a la conjugacion de verbos en inglés, se debe decir que ha sufrido una  evolución muy parecida a la experimentada en lenguas como el alemán y otras derivadas de las lenguas romances, como el francés y español. En concreto, se han creado distintas formas para aludir al pasado, presente y futuro, así como otras conjugaciones conocidas como perífrasis (vistas también en aquellas que proceden del latín), que denotan que se va a llevar o se está llevando a cabo una acción. Pese a todo, existen diferencias. Por ejemplo, el inglés, como lengua germánica, se ha ido  olvidando del modo subjuntivo, relacionado con frases que demuestran una falta de certeza o construcciones de hipótesis. Esto no ha sucedido en las lenguas romances y otras germánicas, como el alemán. En inglés, el subjuntivo ha quedado debilitado y condenado a un segundo plano. En el resto de casos, hay que decir que el inglés cumple con las reglas tradicionales incluidas en cualquier idioma. Por ejemplo, existe la diferencia entre singular y plural, algo que se incorporó en etapas más modernas, ya que era algo que no sucedía en el inglés antiguo. En determinados casos  no hace diferencias de género (como las fórmulas “nosotros” y “vosotros”). Esto no sucede en las lenguas romances, en las que los pronombres tienen una variante para cada género y número («nosotros» y «nosotras» y «vosotros» y «vosotras»). Para concluir, se debe decir que la invasión normanda hizo que casi desapareciesen las palabras de origen anglosajón. En el siglo XIV apenas quedaban 4.500 palabras del inglés antiguo frente a las más de 10.000 procedentes de Francia. Pese a todo,  los vocablos anglosajones sobrevivieron, al ser claves en el día a día de los hablantes.

Este artículo fue publicado originalmente en Pangeanic. Leer el original

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